Darío Centeno
Con base a
cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social a corte de junio y tras 4 meses
de contingencia, en México se han perdido 1 millón 113 mil 677 empleos y 82 mil
201 en Jalisco, cerca de 10 mil patrones dados de baja al Instituto Mexicano
del Seguro Social, así como caídas históricas en el Indicador Global de
Actividad Económica, mismo que nos muestra la radiografía más inmediata del
comportamiento de la economía en el país.
Este pequeño
balance nos da muestra de una realidad, sin empleo no hay ingreso y sin ingreso
no hay forma de hacer frente a las necesidades de alimentación, salud y
educación, elementos que de no atenderse generarán importantes brechas
sociales.
Adicional a ello
durante el cierre de la semana pasada las Naciones Unidas publicó un informe en
el cual se presentó que México será uno de los países con mayor impacto
económico por COVID-19 en América Latina lo que llevará a un incremento de la
pobreza extrema y por ende la expansión de las brechas de desigualdad
existentes en el país.
Las cifras nos dan muestra que
estamos frente a una crisis no solo sanitaria, sino económica y social,
generado por un virus que no distingue de ocupaciones,
niveles de escolaridad, clases sociales y cualquier otro diferenciador social
que se les venga a la mente, razón por la cual es momento de enfocar todos los
esfuerzos tanto públicos como privados en la generación de estrategias que
sumen a una pronta recuperación económica privilegiando la salud de las
personas.
Sin duda que los
escenarios no son para nada alentadores, representan un gran reto para todos
los países del mundo, pero en particular para México que atraviesa grandes
diferencias de ingreso, acceso a seguridad social, polarización y bajos niveles
de competitividad, razón por la cual los esfuerzos deben ser orientados al bien
común, dejando de lado los colores y las geometrías políticas. Hoy más que nunca resalta
la importancia del trabajo colaborativo, de la unión, pero sobre todo de la
empatía, es momento de que las ideologías y las aspiraciones políticas
desaparezcan y se comience a trabajar en una estrategia clara de recuperación
económica, pero sobre todo social.
México ha salido adelante
de situaciones que han afectado la estabilidad económica y social con una única
fórmula: la participación, el involucramiento y sobre todo el aprendizaje. Se
vienen importantes cambios en las formas en que nos relacionamos, pero también
es el inicio de cambiar y sumar a la sociedad, sin ello al final de esta
contingencia no habremos avanzado y volveremos a más de lo mismo: la
indiferencia.
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