Arturo Emmanuel Sánchez Muñoz
Foto: Dinero en Imagen |
La contingencia sanitaria ocasionada por el COVID-19 ha tenido gran trascendencia en México y en todo el mundo. Los efectos del virus han generado más de 6 millones de contagios y se ha calculado más de 300,000 decesos[1], y no solo eso, la pandemia también ha afectado a las economías locales y nacionales, al destinar parte del presupuesto a combatir esta enfermedad.
Por su parte el Fondo
Monetario Internacional (FMI) establece que esta crisis será la peor recesión
de los últimos años siendo similar a la ‘’Gran Depresión’’, (crisis
financiera que surgió en el año de 1929 y que fue ocasionada al caer la bolsa
de valores de Wall Street)[2]. Dicha organización ha
establecido que algunos gobiernos estiman una recuperación parcial para el
tercer y cuarto trimestre del 2020, con riesgo de aplazarse hasta el año 2021
en caso de aumentar el confinamiento.
En México, el ejecutivo
federal disminuyó el gasto de operación y dejó como última alternativa el
endeudamiento para así evitar el déficit público. Decisión que ha polarizado a
la sociedad por saber cuál será el mejor uso del gasto, un ejemplo de ello es
Claudia Sheinbaum actual Jefa de Gobierno de la Ciudad de México que anunció un
recorte del 50% del gasto corriente al presupuesto, por otra parte, en Jalisco,
Enrique Alfaro optó por el endeudamiento. Ahora bien, ambos tienen ventajas y
desventajas, pero cuál es la mejor decisión ¿Recortar el gasto o adquirir deuda?
El académico Luis F. Aguilar expresa que en las crisis se tienen que encontrar
las maneras de resolver los problemas de deterioro económico y social,
descubriendo nuevos campos de acción[3], es decir, el sector
gubernamental tiene que considerar dentro de la agenda pública, política y de
gobierno[4] destinar las acciones del
gasto a las posibles soluciones y alternativas que permitan resolver o aminorar
las problemáticas mediante programas y políticas públicas.
Finalmente, el análisis sobre
la reasignación o adquisición de deuda dentro del gasto público permite prever
consideraciones asociadas a sucesos post fiscales producto de escenarios no
previstos (COVID-19), por lo que se debe de adaptar a las necesidades básicas y
al surgimiento de nuevos problemas públicos. El gasto descentralizado debe ser
óptimo, es decir, los gobiernos subnacionales son obligados a responsabilizarse
de proveer bienes y servicios de forma honesta y eficiente, buscando un equilibrio
entre las contribuciones y erogaciones, asimismo, impulsar las fuentes de
recaudación.
[1] El
coronavirus en tiempo real: así avanza en el mundo. Milenio. 2020.
URL https://www.milenio.com/internacional/mapa-del-coronavirus-en-el-mundo
[2] Perspectivas
de la Economía Mundial, abril de 2020 -- Capítulo 1. FMI. 2020.
[3]
Gobierno y administración pública, Aguilar Villanueva, Luis Fernando. 2013.
[4] Problemas,
decisiones y soluciones, Enfoques de política pública. Merino, Mauricio. 2010.
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